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miércoles, 29 de junio de 2011

DIOSES

Yo no temo a los dioses despiadados,
lascivos y burlones,
que nos engendran para devorarnos.
A veces, distraídos, nos perdonan la vida
y juegan, como niños perversos, con nosotros.
Millones -elevados a la potencia equis
de su semen divino-,
de tiernas e indefensas criaturas
nacen de sus orgías.
Grandes ríos de néctar y de esperma
corren ladera abajo del Olimpo.
Y ellos, ebrios de gozo, sacan la golosina
de los ojos, los sesos o la lengua
de los recién nacidos, que glotones engullen,
y los dejan tirados en el estercolero
ciegos, tontos o mudos.
Yo no les tengo miedo: me mataron de niña.

Madrid, 15 de mayo, 2011

jueves, 16 de junio de 2011

PRIMAVERA EN MADRID

Gime el violín una tristeza antigua
de lágrimas doradas de resina,
y las adolescentes,
sentadas bajo el árbol de la melancolía,
enferman por las mieles no probadas.
Súbitamente envejecido, exhausto,
tras los excesos propios de un reinado,
abdica el rey invierno de su trono
de nardos y de armiño enmohecido.

Acudiendo a su oficio de puntillas,
mas siempre impetuosa,
surge la primavera y le despoja
de su manto gastado y su corona,
compartiendo su plenitud de yemas,
brotes verdes y trinos con los pobres.

Sopla esta primavera un fuerte viento
que golpea el tierno tercipelo
de los árboles, y aventa insumisión
sobre las avenidas y las plazas.
Un viento inesperado, procedente
de las hondas entrañas de los mansos,
hace trizas las leyes injustas como espadas,
la púrpura y los secos corazones.
Un viento redentor barre la usura,
y las cifras obscenas de los bancos
salen por las ventanas cual palomas felices
que llevan en el pico los bienes embargados
como ramas de olivo y esperanza.

sábado, 4 de junio de 2011

comentario de Fernando Sabido

En los años oscuros hubo mujeres a contracorriente de su sexo
que contaron hora a hora, día a día, la verdad de los hechos sin adornos
subjetivos, época de periodistas que sólo ladraban a voluntad del amo

En los años robados hubo mujeres que desbrozaron los caminos de líquenes
y fieras para que un día pudieran las otras disfrutarlos con paridad y en derecho

Y hay mujeres que entregan su vida a la palabra, que objetivamente
van soldando en los libros fragmentos dispersos de la historia
para que la entendamos y mujeres que hacen del verso denuncia, conciencia,
prodigio, latido, claridad, esperanza, ternura o sueños

Una de esas mujeres fue, es y será en su inmortalidad, Elvira


Fernando Sabido Sánchez
Junio 2011

viernes, 3 de junio de 2011

EL VELLOCINO DE ORO

Yo sé, siempre lo supe, que tú también me amaste:
lo gritaban tus ojos deslumbrados
por la luz que emanaba de mi cuerpo de niña
en su primer desnudo.
Tus labios se negaban a decirlo
y sin embargo,
"Amor, amor", musitaba tu boca
bebiéndome el aliento.
Tus caníbales dientes repetían:
"Amor"
mientras me devoraban.

Amabas mi inocencia sorprendida,
el temblor de mi carne de rosa encendida
que abriste dulcemente con tus labios,
y algunos brillos de mi inteligencia.

Cuando le puse el punto final a nuestra historia,
porque ya no era nuestra solamente
-había entre los dos una montaña
de ramas de canela como sexos
y el canto de mujeres todavía no amadas
que en las cercanías del sueño oyen los hombres-
sé que echabas de menos mi ternura.
Y que fuiste sincero cuantas veces pediste
que te abriera la puerta, llorando como un niño,
siempre que permitiera que salieras
a buscar el vellocino de oro cada noche.


(Del libro "Cuaderno del delirio").